miércoles, 12 de diciembre de 2012

Una pistola en cada mano

Este próximo 5 de diciembre se estrena Una pistola en cada mano de Cesc Gay, creador de microcosmos que cuenta con obras tan brillantes y sugerentes como En la ciudad o VOS En esta ocasión, el barcelonés insurgente de lleno en el género de la comedia, a través de una película coral que radiografía la vida sentimental de unos hombres aciagos en sus relaciones de pareja.

Dos amigos que se reencuentran después de años de distancia. Una ex pareja que habla de sus divergencias sentimentales. Dos hombres (cornudo y amante) que conversan en un parque. La seducción y repulsión entre dos compañeros de trabajo. Dos parejas que dicen ser grandes amigos y no se explican nada importante. Cinco historias, cinco relatos tejidos artesanalmente por Cesc Gay que dan forma a una historia homogénea de final convergente.

Por la parte interpretativa, el director catalán cuenta con un reparto estelar formado por Javier Cámara, Ricardo Darín, Eduard Fernández, Cayetana Guillén Cuervo, Jordi Mollá, Eduardo Noriega, Candela Peña, Alberto San Juan, Leonardo Sbaraglia, Clara Segura, Luis Tosar y Leonor Watling, entre otros. Un reparto que, sólo por su entidad y calidad, construye y sostiene el propio metraje.


Con un guión escrito por el propio director y por su compañero Tomàs Aragay, el largometraje se centra en las diferentes situaciones que viven-en especial-los protagonistas masculinos, a través de una sinopsis ciertamente peculiar. Un retrato irónico y emocional en clave de humor, donde los diálogos toman un papel protagonista y hablan de hombres frágiles, volubles, inseguros, por el contrario de unas mujeres dominantes, con la sartén cogida por el mango.

Más allá de su apariencia fragmentada, el arma que utilizan sus protagonistas atraviesa de punta a punta la soledad: con una pistola la ausencia y con la otra la necesidad de ser correspondido. Todas las historias comparten el vacío, la importancia del pasado y sus efectos sobre el presente, la insatisfacción perenne del hombre. Pura narración visual donde se crean personajes auténticos, palpables, y humanos.

La fotografía merece buena nota y es que Andrés Rebés consigue una paleta de colores y filtros directos, permitiendo al espectador palpar la gran pantalla tal como lo hizo en Ficción, Susana oa la TV Movie Mobbing. Recibiera rehuye de sofisticaciones gratuitas y traspasa las debilidades y las fortalezas en la gran pantalla. Una emulsión informal, transparente y naturalista, que empatiza con la pupila de un espectador con ganas de conectar.

Cabe destacar también el importante trabajo de la banda sonora, a cargo de Jordi Prats, un compositor emergente en cuanto a producciones artísticas todo el estado: desde obras teatrales de éxito contrastado (Hermanas) hasta series de televisión (Homenots), pasando por trabajos puramente cinematográficos (Hotel Room). El saxofonista, colaborador habitual de Cesc Gay, diseña una sinfonía con amargas notas de realismo sobre el pentagrama.

Como somos y por qué. De esto va este filme vivido-más que interpretado-por unos actores tan naturales como perturbados. En este sentido, el director logra uno de sus pequeños milagros, el gran ejemplo era hasta ahora Ficción. Nada menos que el milagro de la verdad: conseguir que todo suene verosímil, que desaparezca el objetivo de la cámara y que la línea argumental sea perpendicular a la vida misma. Una tarea complicada que consigue resolver este orfebre de nuestro cine.

El sexto largometraje dirigido por Cesc Gay es, pues, un relato para la gente que ha perdido alguna vez en este camino eterno llamado vida; gente que ha olvidado la ilusión en algún momento, gente que ha caído en una espiral de decadencia o por personas incomprendidas que sólo necesitan algún aliciente para volver a la realidad, volver a vivir, volver a sentir, volver a amar. Por eso y para más, esta obra podrá ser vilmente incomprendida como idolatrada por su esencia vital.

Èric Antonell